el porquerizo desde el punto de vista de la princesa:
Érase una vez un príncipe que me quería por esposa.
Éra un principe con poco dinero y su reino era muy pequeño pero esto no le frenó para conseguir su proposito.
En el jardín del palacio del principe crecía un rosal que solo florecía cada cinco años y le envió en cajas de plata este rosal más un ruiseñor que se decía que en su garganta se juntaban las más bellas melodías.
este príncipe me lo envió en cajas de plata.
cuando abrí la primera caja y encontrame con el rosal me encantó pero al descubrir que era de verdad me disgustó mucho esto y mi padre me dijo que habriera la otra caja para ver lo que había en su interior.
Cuando la habrí me encontré con un ruiseñor que cantaba de forma tan bella que no le podía recriminar nada pero cuando por segunda vez averigué que esto tambien era de verdad me disgusté a un mas. Entonces me negué a recibir al príncipe.
el príncipe no se dío por vencido y se pintó la cara de negro y le pidió trabajo a mi padre.
Mi padre le concedió un trabajo como porquerizo y un sitio para dormir en el sotano al lado de los cerdos.
El porquerizo elaboró un puchero rodeado de cascabeles que cuando enpezaba a cocer sonaba una canción que a mí me gustaba mucho.
Le dije a mis doncellas que le preguntaban cuanto quería por ella y el porquerizo le pidió 10 besos.
Al principio le dije que no pero después decici darselos.
Al día siguiente el porquerizo diseñó una carraca que cuando giraba se tocaban todos los valses y danzas desde que el mundo esistía.
El porquerizo le pidió esta vez cien besos de la princesa.
Le pregunte si le valían diez besos mios y noventa de mis doncellas.El lo denegó.
Otra vez decidí darselos y cuando hiba por el beso 86 mi padre nos vió y nos echó a ambos del reino.
El príncipe se metió en su castillo y yo me quedé sin hogar.